Desde vendedor común y corriente hasta presidente de la junta directiva, desde diseño de folletos hasta rebranding de una marca internacional. Aunque parece que no hay reglas que puedan aplicar perfectamente para todos los empleados y todas las situaciones de la vida de una corporación moderna, ¡los estoicos demuestran todo lo contrario!

   

La filosofía de estoicismo fue creada por personas de tan distintos currículos, como el célebre emperador romano Marco Aurelio, gran estadista Seneca, o humilde esclavo Epicteto. Aunque venían de entornos absolutamente distintos, encontraron un punto común en cuanto a la visión de vida. Si vivieran hoy en día, seguro escribirían un exitoso manual de gestión empresarial cuya base podría reasumirse en las siguientes cinco reglas:

 

Percibe la industria de manera holística

 

Para los estoicos, el mundo era un sistema de vasos comunicantes. La realidad estaba impregnada de un espíritu divino (pneuma) que no solo guiaba el destino individual, sino también de todo el mundo. En otras palabras, nuestra fortuna está estrictamente condicionada por la fortuna de la empresa, y esta tiene que ver con la condición de todo el sector que, por su lado, se ve afectado por la condición de la economía nacional y mundial. Los estoicos valoraban mucho la capacidad de tomar distancia y percibir la totalidad de los factores al dejar de ver las cosas por los propios ojos.

Cuando algo nos sale mal, no siempre es efecto de nuestros errores, y viceversa, no siempre nuestros éxitos son efecto de nuestros méritos. Un buen ejemplo de eso es la historia de Kodak que hizo todo lo posible para mantenerse en el mercado de fotografía análoga. Fracasó, pero no porque era demasiado mala, sino porque todo el sector se fue a pique.

 

Hazte a la idea que no siempre todo irá como quieras

 

Para los estoicos, el mundo estaba predeterminado. Esto significa que, a pesar de nuestras creencias, no podemos influir en los hechos: si alguien va a entrar en quiebra, lo hará, y si alguien va a tener éxito, lo tendrá sí o sí. Por esta razón, podemos llegar a la felicidad si entendemos esta simple regla y nos volvemos inmunes a lo que nos trae la fortuna (ataraxia).

Un buen ejemplo de estoicismo es una historia del año 1914, cuando Thomas Edison estaba observando el incendio de su fábrica. En vez de lamentar, le dijo a su hijo con toda tranquilidad:

Ve a por tu madre y todos sus amigos; jamás volverán a ver semejante fuego.

 

Sigue desarrolándote

 

Llegar al estado de atraxia es más fácil si conoces los procesos que rigen el mundo. Cuanto más sabes acerca de los fenómenos que influyen en el negocio, aceptas las derrotas con más facilidad. O las evitas, porque mientras más aprendes, tienes más conocimiento sobre el posible riesgo y no aceptas tantos proyectos que están condenados a fallar.

Un buen ejemplo de planteamiento estoico sobre el desarrollo es el hombre más rico de la historia occidental y la encarnación de muchas cualidades estoicas: John D. Rockefeller. Desde muy joven, analizaba minuciosamente cada actividad. Un día, durante una inspección de la fábrica que gestionaba, supo que para soldar barriles se utilizaban 40 gotas de estaño. Luego, ordenó que se utilizaran 38 gotas. Cuando se observaron derrames, se subió la cantidad de gotas a 39. Gracias al cuidado de cada detalle, por diminuto que fuera, su empresa se desarrolló con éxito.

 

Trabaja lo mejor que puedas

 

Podría parecer que si uno acepta el destino, rápidamente caerá en el marasmo y la apatía. La apatía (o apathea), pues, fue uno de los pillares de estoicismo. Sin embargo, se entendía de una manera totalmente distinta. La apathea suponía abandonar los deseos, pero solo aquellos que se fundaban en creencias erróneas. Así, nuestra tarea consiste en llegar a conocer nuestro lugar en el mundo y realizar las tareas de manera correcta. Así lo comentó Marco Aurelio en sus famosas “Meditaciones” (II, 5):

A todas horas, preocúpate resueltamente […], de hacer lo que tienes entre manos con puntual y no fingida gravedad, con amor, libertad y justicia, y procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones. Y conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te alejara del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho en lo relacionado con el destino.

 

No esperes honores y sé desprendido

 

¡No hay mejor empleado que un estoico! Sin importar el cargo ni sueldo, no solo siempre trabajará con eficacia, sino también lo hará sin esperar nada a cambio. Según los antiguos filósofos, el verdadero objetivo de trabajo no es la carrera ni éxito profesional, sino el hecho de encontrar un lugar natural dentro de la estructura empresarial. Tampoco la misma empresa debería tener ambiciones que superen la realidad. Una empresa bien gestionada sabe si debe funcionar a nivel local o pensar en una expansión en el mercado global.