Hace miles de años, los filósofos chinos llegaron a la conclusión de que el verdadero arte no está en cometer actos heroicos, sino en vivir de tal manera que no sean necesarios.
 

 
En una de las anécdotas incluidas en “Zhuangzi”, el libro más importante del taoísmo, el emperador le pregunta al médico de la corte quién es el mejor médico del Imperio. Este le responde: “¡Mi señor! Puedo curar los casos sin remedio, y por eso me conoce todo el país. Mi hermano mayor sabe curar una enfermedad en su desarrollo, y por eso lo conoce todo el pueblo. Pero el mejor médico es mi otro hermano: él sabe vivir y no enfermarse. Por eso lo conoce solo mi familia.”
 
Según los taoístas, todo el mundo está impregnado de tao, es decir, un equilibrio cósmico. El papel del hombre es encontrarlo. Por esta razón, un verdadero sabio no es el que hace mucho, aunque tenga ciertos éxitos. Es necesario vivir de acuerdo con el principio Wu Wei, es decir “action without action”, según el cual el papel del hombre se limita a dejar que las cosas fluyan por su ritmo natural. En la mencionada anécdota, no fue el mejor médico quien sabía curar los casos sin remedio, sino quien dominaba el arte de vivir en salud para no necesitar de intervenciones médicas.
 
Los consejos de un taoísta no serían diferentes en caso de vendedores. Según su punto de vista, el verdadero arte de marketing no consistiría en inventarse una estrategia mágica que permitiera vendérselo todo a todos, sino en elaborar un truco para que un producto determinado se vendiera solo, sin apoyo de las grandes campañas publicitarias. Puede que este enfoque sea poco espectacular (como en la anécdota, donde el más conocido era el médico milagroso), pero seguro también el más eficaz. Pero, ¿qué hacer si un producto no sirve de nada? Leamos otra anécdota:
 
Un sabio y un leñador pasan delante un árbol marchito. “Mire, maestro – dice el leñador –  este árbol es totalmente inutil”. Entonces el maestro responde: „¡Eres un tonto! Gracias a que está marchito y podrido, sigue aquí, mientras que los demás árboles ya están talados”. Un tiempo después, los dos pasaron delante un roble grande y hermoso y el leñador se paró asombrado para admirarlo. El Maestro ni siquiera lo miró y dijo “Sigamos. Si este árbol sirviera para algo, ya lo hubieran talado hace tiempo”.
 
El taoísmo es una filosofía sumamente relativista. El mundo que percibimos es una gran unidad, sostenida por el tao, y el hecho de que lo veamos dividido en distintas cosas y fenómenos es resultado de nuestra gran debilidad: la tendencia a aferrarnos a nuestro subjetivo punto de vista.
 
Asimismo, no existe un producto malo o un cliente inaccesible. Hay productos que queremos vender a clientes inadecuados, y clientes a los cuales les vendemos productos inapropiados. Hace unos años, Apple intentó vender una versión económica de iPhone. No les fue muy bien, porque a la gente que quiere comprar un smartphone barato no les mola el iPhone (hasta los intimida), mientras que los clientes que buscan iPhone tienen en cuenta su precio más alto. Es un perfecto ejemplo de la situación donde un intento de romper el tao resultó en un fracaso.
 
Sin embargo, el taoísmo en el marketing aplica no solo a la forma de una estrategia determinada, sino también a la metodología de su diseño. La visión holística es el verdadero ideal de un maestro tao. Por supuesto, lo ideal sería despojar la mente de tal manera que pudiéramos librarnos de los puntos de vista y percibir el mundo de manera holística, para así entrar en plena armonía con el tao. Sin embargo, podemos seguir esta regla en asuntos más cotidianos. Cuando hacemos una cosa, incluidas las prácticas de marketing, nos encerramos demasiadas veces en los estrechos horizontes de las prácticas y costumbres “obvias”. “Los posts de Facebook subimos a tal y tal hora”, “cada texto debe ir acompañado de una foto”, “al final de cada post debemos crear una llamada a la acción”, y muchas, muchas más.
 
Para un taoísta, las obviedades no existen. Vivir en armonía con el tao significa eliminarlas y darse cuenta de todas las posibilidades. Samsung empezó haciendo conservas de pescado. Si se hubiera quedado en el mundo de las costumbres y obviedades, ¿dónde estaría hoy en día?